El cambio de imagen de Mark Zuckerberg es evidente: su característico pelo corto ha crecido, el clásico sweater con capucha de universitario ha sido reemplazado por una cadena de oro, y su discurso ha adoptado un tono más desafiante. Ahora, el líder de Meta (Facebook e Instagram) acusa a «los gobiernos y los medios de comunicación de promover la censura», marcando un giro notable en su postura política.
En un video publicado el martes en sus redes sociales, Zuckerberg declaró: «Estamos restaurando la libertad de expresión en nuestras plataformas», anunciando el fin del programa de fact-checking en Estados Unidos.
Este programa, que dependía de organizaciones independientes a nivel global, surgió en respuesta a la proliferación de desinformación y teorías conspirativas en sus plataformas, una preocupación creciente para las democracias.
A finales de 2016, tras la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, Zuckerberg mostraba arrepentimiento y buscaba mejorar la reputación de su compañía, empañada por múltiples controversias. Desde el escándalo de Cambridge Analytica por el uso indebido de datos de usuarios, hasta la propagación de discursos de odio relacionados con las masacres en Birmania y las denuncias de exempleados sobre priorizar ganancias por encima de la seguridad de los usuarios, Meta ha enfrentado duros cuestionamientos.
A pesar de sus esfuerzos, que incluyeron reuniones con legisladores, inversiones en la moderación de contenidos y disculpas públicas por los efectos nocivos de las redes sociales, la percepción de la compañía no ha mejorado significativamente.
Desde que adoptó el nombre Meta a finales de 2021, la empresa continúa siendo objeto de críticas. Mientras que desde la izquierda se la acusa de priorizar la codicia, desde la derecha se señala por «censura». Este cambio de enfoque podría ser una estrategia para reconectar con su audiencia o redefinir su papel en un entorno político polarizado.