Eso también se traslada a su reparto, donde uno no puede poner en duda el talento interpretativo de actrices como Kidman o Streep -con James Corden sí que tengo algún problema más, aunque por lo general es alguien que genera cierta antipatía, pero eso no quita para que no sea tampoco la mejor elección para su personaje-, pero a la hora de meterse en los números falta ese algo que sí tiene Andrew Rannells, protagonista en su momento de la excepcional ‘The Book of Mormon’ y que aquí también lidera el único número de toda la película -me refiero a ‘Love Thy Neighbour’- en el que realmente ‘The Prom’ roza con los dedos su objetivo, algo que se debe en gran medida a él.
El resto cumplen con sobrada solvencia en las partes habladas -en especial Streep, a quien le cae en suerte el personaje más estimulante de la función- y dan la talla cuando llega la hora de cantar, pero falta esa chispa, esa magia que diferencia un momento que ves y pasas a otra cosa de aquellos que se te quedan grabados en la memoria.** Tampoco ayuda que el personaje de Kidman desaparezca mucho rato y uno casi llegue a olvidarse de que sale en ‘The Prom’…**
Todo esto lleva a que también funcione mejor cuando apuesta por un corte más íntimo con ese romance entre dos chicas adolescentes que en varios momentos corre el peligro de quedar aplastado por los excesos intentando emular Broadway. No es que es que esa parte de ‘The Prom’, que no deja de ser el eje sin el que todo lo demás no hubiese sido posible, pueda respirar lo suficiente, pero sí aporta esa calma tan necesaria y la emoción por una vía diferente para dar una mayor unidad al resultado final.
En resumidas cuentas
‘The Prom’ entretiene y hay delante de las cámaras suficiente gente con talento como para verla por agrado pese a que los excesos formales de Murphy lastran algo la propuesta. Eso sí, si queréis un gran musical, buscad en otro sitio, porque en este lo aparenta más o menos bien pero no llega a serlo en ningún momento.