La noticia de que Adam Levine le ha sido infiel a la supermodelo Behati Prinsloo ha vuelto a abrir un controvertido melón. Centenares de personas se preguntan cómo es posible que un hombre le sea infiel a una mujer tan bella… Y ese es el problema: que la belleza no importa (tanto) en las infidelidades.
Cuando ha salido a la luz la noticia de que Adam Levine le ha sido infiel a la modelo de Victoria’s Secret Behati Prinsloo, lo realmente sorprendente ha sido la forma en la que las redes sociales se han echado las manos a la cabeza no porque este suponga el final de una (aparente) historia de amor digna de cuento de hadas, sino porque muchas personas son incapaces de comprender cómo es posible que un hombre le sea infiel a una supermodelo. Ese fue el discurso que trascendió también cuando se supo que el marido de Emily Ratajkowski le había puesto los cuernos a la modelo, una fórmula que nos remite a la época en la que la sociedad quedó conmocionada por el hecho de que Jude Law le hubiera sido infiel a Sienna Miller (¡a Sienna Miller!) con la niñera (¡con su niñera!) de sus hijos. El mensaje era claro: ¿cómo demonios puede un hombre ponerle los cuernos a una mujer tan bella? Es decir… La sociedad piensa que belleza te protege de la infidelidad, y quien no se ciñe a los márgenes estéticos normativos, es por lo tanto susceptible de ser engañado.
«Asociamos la belleza con la aceptación social”
¿Por qué hemos de dejar la belleza fuera de la ecuación al hablar sobre las relaciones de pareja y sobre las causas de la infidelidad? “Aunque la belleza es subjetiva, es cierto que hemos establecido unos cánones de belleza que inconscientemente implican el éxito a no ser rechazado, a que te escojan en una entrevista de trabajo… En el momento en el que le ponen los cuernos una persona socialmente considerada como bella, es ese éxito el que se está quebrando. La gente se pregunta entonces cómo puedes renegar de lo aceptado por el mundo, estamos asociando la belleza a la aceptación social”, explica Raquel Mascaraque, especializada en psicología emocional.
«Ser bella no es garantía de perdurabilidad ni de fidelidad»
La naturaleza humana tiende por instinto al placer y a la contemplación de la belleza. “La belleza es un aspecto importante en cuanto a las relaciones de pareja se refiere, es lo primero en lo que nos fijamos cuando conocemos a alguien, ya que constituye su carta de presentación e influye en la formación del amor, pero aún así no es determinante. La percepción de la belleza física es totalmente subjetiva. Lo que a uno puede parecerle atractivo, para otro puede no serlo. Este relativismo es lo que facilita la construcción de la atracción, pues toda relación comienza por la contemplación de la belleza y la atracción física. Posteriormente, se genera el sentimiento del amor, que es lo que verdaderamente determinará el futuro y progreso de la relación, en detrimento de la belleza física. Ser bella no es garantía de perdurabilidad ni de fidelidad en una pareja y tampoco es la causa para ser infiel ni para dejar de serlo”, comenta el Equipo de Contenido Clínico de TherapyChat liderado por Isabel Aranda, psicóloga sanitaria y Chief Content Officer de TherapyChat.
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