Solo un 20% de las migrañas infantiles reciben un diagnóstico, al igual que ocurre en los adultos. Algunos de los síntomas más comunes que podrían indicar una migraña en los niños son el dolor abdominal o los vómitos recurrentes, lo que debería hacer sospechar a los padres.
La migraña puede comenzar en la infancia, a veces a una edad muy temprana, aunque muchas veces no se diagnostica hasta que los niños son capaces de describir el dolor de cabeza, generalmente alrededor de los cinco años. En esa edad, es frecuente que los niños usen dibujos para expresar cómo se sienten, lo cual puede ser útil tanto para los padres como para los médicos. Sin embargo, en niños más pequeños o adolescentes, la migraña es una condición difícil de identificar, a pesar de ser la principal causa de discapacidad neurológica entre los 5 y 19 años. Las consecuencias de la migraña en los niños son tan graves como las que causa el cáncer o la artritis reumatoide en los más jóvenes: absentismo escolar, bajo rendimiento académico, dificultades en las relaciones sociales y una notable disminución en la calidad de vida.
Entre el 0,8% y el 1,8% de los adolescentes sufren de migraña crónica, lo que implica episodios frecuentes de dolor de cabeza que pueden durar entre 4 y 72 horas y suelen ir acompañados de náuseas, vómitos y sensibilidad extrema a la luz, al sonido y a los olores. Además, el dolor tiende a empeorar con el esfuerzo físico. Pero, ¿es posible prevenir la cronicidad de la migraña con un diagnóstico temprano durante la infancia?
Pablo Irimia, coordinador del Grupo de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (SEN), cree que sí. En el II Seminario Lundbeck, celebrado en Alicante, destacó que el tratamiento adecuado durante los primeros años de vida es escaso. A menudo, los pediatras y los padres dudan de si el niño realmente tiene dolor de cabeza o si solo está tratando de evitar ir al colegio. Este desconocimiento puede llevar a que los niños con migraña sufran ataques agudos sin recibir el tratamiento necesario, lo que podría evitarse con un diagnóstico temprano.
¿Cómo detectar la migraña en niños?
Existen ciertos signos que pueden indicar que un niño sufre de migraña, como la duración del dolor, la presencia de náuseas o vómitos, y la intolerancia a la luz (fotofobia) y a los sonidos fuertes (fonofobia). Además, un antecedente familiar de migraña puede ser un indicio importante. Es importante también observar el tipo de dolor: en adultos, la migraña se caracteriza por un dolor palpitante y unilateral, mientras que en los niños, puede ser bilateral, opresivo y menos sensible al ruido.
Los niños más pequeños pueden experimentar otros síntomas, como dolor abdominal, vómitos cíclicos, tortícolis benigna, vértigo o migraña confusional. Incluso los cólicos del lactante podrían ser un indicio temprano de que el niño tiene predisposición a sufrir migraña en el futuro. En los niños, los ataques de migraña suelen ser más cortos que en los adultos, durando generalmente menos de dos horas, y a menudo solo unos 30 minutos. Además, pueden ir acompañados de enrojecimiento de las orejas.
¿Cuándo consultar a un pediatra o neurólogo infantil?
Si un niño experimenta al menos cinco episodios de dolor de cabeza de este tipo y no se puede atribuir a otra causa, es recomendable consultar a un neurólogo pediátrico. En muchos casos, el diagnóstico de migraña se pasa por alto, ya que solo se detecta en el 20% de los niños que la padecen. Un diagnóstico temprano permitiría establecer un tratamiento preventivo que podría evitar que la migraña se vuelva crónica.
Algunos cambios en el estilo de vida, como mejorar los hábitos de sueño, evitar ayunos prolongados, practicar ejercicio moderado y reducir el estrés, también pueden ayudar a manejar la migraña en los niños.
Este es el tipo de información que Marina González, representante de la Asociación Española de Migraña y Cefalea (AEMICE), hubiera querido conocer durante su infancia, ya que sufrió de migrañas crónicas sin un tratamiento adecuado. A lo largo de su vida escolar, a menudo fue incomprendida, y se le diagnosticaron condiciones erróneas como problemas gástricos. Hoy en día, gracias a un tratamiento preventivo, ha logrado reducir la frecuencia de los ataques de 3-5 por mes a solo unos pocos.
Marina enfatiza que, para tener una buena calidad de vida a pesar de la migraña, es clave conocer la propia enfermedad y mantener una comunicación efectiva con el neurólogo.