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Pasadas las siete y media de la tarde del sábado, Meghan Markle y el príncipe Harry abandonaban el Castillo de Windsor y ponían rumbo a Frogmore House, el escenario que constituía la siguiente parada de la celebración de su boda. Allí el príncipe de Gales ofrecía una recepción, ya de índole más privada e informal, a 200 personas, entre las que se encontraban familiares y amigos de la pareja. Los recién casados realizaron el trayecto en un vehículo clásico y elegante que se convirtió, junto con el segundo vestido que lució la novia, en el gran protagonista de la tarde, gracias en parte al curioso detalle que pasó inadvertido en un primer momento.
Harry y Meghan ponen el broche de oro a su gran día con una fiesta privada
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