El primer contacto con material pornográfico se da entre los 9 y los 11 años. La adicción a la pornografía se relaciona con una mayor probabilidad de ejecutar y recibir violencia, mayores niveles de psicopatología, un menor uso del preservativo y conductas de riesgo en las relaciones sexuales.
La adicción a la pornografía preocupa a los expertos, quienes en el encuentro impulsado por el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COP), “Hablemos de… sexualidad”, expusieron los riesgos de su incremento. “Son numerosos los estudios que asocian el aumento de su consumo a comportamientos abusivos en la pareja, a un mayor sexismo y a los estereotipos de género”, ha afirmado Alejandro Villena, psicólogo y sexólogo.
Asimismo, el experto ha advertido de otros efectos de esta problemática: más probabilidad de ejecutar y recibir violencia, mayores niveles de psicopatología, un menor uso del preservativo y conductas de riesgo en las relaciones sexuales. “Esto no significa que todo el que vea pornografía vaya a ser un agresor sexual, pues influyen más factores”, aclara.
Según el experto, “la pornografía se comporta en el cerebro igual que la cocaína u otras sustancias”. Por ejemplo, se producen alteraciones en las neuronas espejo, donde reside la empatía. En menores de edad, la tendencia al alza con respecto a 2009 está presente tanto en ellos como en ellas. Los datos de 2023 apuntan a que el 97,3% de chicos y el 78,33% de las chicas menores de 18 años consume pornografía, un crecimiento exponencial si se compara con los porcentajes de hace 15 años (49,2% y 7,33%, respectivamente). Sobre la edad a la que se produce el primer contacto con la pornografía, se sitúa entre los 9 y los 11 años.
Cada vez más chicos jóvenes acuden a la farmacia para comprar Viagra y poder tener sexo bajo el efecto del alcohol y las drogas, ha alertado Villena, quien ha agregado que existe una relación de la pornografía con una incapacidad para disfrutar de la sexualidad, con problemas como la disfunción eréctil.
En el encuentro, Daniel Ribeiro, de 37 años, ha contado su testimonio sobre cómo empezó a consumir pornografía en su adolescencia, llegando a convertirse en una adicción. En concreto, su historia con el porno comenzó cuando tenía solo 5 años con un VHS. “Mi reacción fue salir corriendo al sitio donde jugábamos al escondite. Sentí desesperación y miedo. Angustia y ganas de vomitar. Aquel malestar duró varios días”, ha recordado. Con el paso del tiempo, ya adolescente y con la llegada de Internet, el consumo compulsivo le llevó a no ser capaz de mirar a las mujeres sin sexualizarlas.
Estos últimos años también se ha visto un aumento de las infecciones de transmisión sexual (ITS) en menores de entre 14 y 18 años, unos 20.000 adolescentes y jóvenes se infectaron en 2022 de alguna ITS y a nivel nacional hay una tendencia al alza desde 2001, según datos del Centro Nacional de Epidemiología. También en 2022 se produjo un aumento de delitos contra la libertad sexual, con las agresiones sexuales (con y sin penetración) y el acoso sexual al alza.
La importancia de la educación afectivo sexual
La educación afectivo sexual es la gran asignatura pendiente de nuestro país. El 50% de jóvenes no ha hablado nunca de sexualidad con sus familias, el 77% nunca ha tratado el tema de la pornografía con sus padres y solo el 10% se muestra satisfecho con la educación recibida.
Algunas de las claves para garantizar una buena educación afectivo sexual en los hogares son:
No hacer del sexo un tabú.
Establecer una comunicación sana y fluida.
Dar un enfoque positivo a la sexualidad.
Enseñar a pedir ayuda y decir «no» a conductas de riesgo.
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