Las gafas adecuadas son esenciales cuando estamos expuestos al sol, pero no todos los lentes ofrecen la protección necesaria. Descubre qué características deben tener y las posibles consecuencias de la radiación solar sin una protección adecuada.
Aunque hay una creciente conciencia sobre la importancia de proteger la piel de la exposición solar, a menudo no se le da la misma atención a la protección ocular. Los ojos, al igual que la piel, tienen memoria, y la radiación ultravioleta del sol puede causar serios problemas, especialmente en los niños, quienes son más vulnerables.
«Es crucial tomar conciencia sobre la prevención. Los ojos también tienen memoria, y los pigmentos naturales se deterioran con la exposición a la luz y con el tiempo. Es fundamental enseñar a los niños desde pequeños a proteger sus ojos», afirma Francisco Gómez-Ulla, director médico de Miranza Instituto Gómez Ulla. Gómez-Ulla subraya la importancia de proteger la vista, especialmente en verano y durante actividades al aire libre, ya que «la superficie del mar puede reflejar hasta el 80% de la radiación ultravioleta y la arena de la playa hasta un 40%».
Los niños, en particular, son los más vulnerables. Ernesto Marco, presidente de la Sociedad Española de Baja Visión, optometrista y farmacéutico, señala que «el sol tiene efectos acumulativos en todos nuestros tejidos, incluidos los ojos». Recomienda que los bebés estén protegidos con capotas y gorritos en sus carritos, y que los niños usen gafas de sol durante largos periodos al aire libre.
Eduardo Morán, decano del Colegio Nacional de Ópticos Optometristas, destaca que hasta los 18 años, la retina recibe el 80% de la radiación ultravioleta que se acumulará a lo largo de la vida, ya que las estructuras infantiles no filtran adecuadamente esta radiación. «Para un adulto de 50 años es menos perjudicial no protegerse que para un niño de ocho años», explica.
Morán distingue entre la radiación visible, que provoca malestar, y la radiación no visible, como los rayos infrarrojos y ultravioleta, que pueden dañar la conjuntiva, la córnea y la retina. Gómez-Ulla enfatiza que «la radiación ultravioleta, y no la intensidad lumínica, es lo que realmente daña el ojo».
Patologías oculares causadas por el sol
Entre las patologías relacionadas con la radiación solar se encuentra la fotoqueratitis, una inflamación aguda de la córnea que se manifiesta con dolor, visión borrosa, lagrimeo y ojo rojo, generalmente entre seis y diez horas después de la exposición. También puede asociarse con blefarospasmo, una contracción involuntaria de los párpados. Es importante evaluar el grado de lesión de la córnea para determinar el tratamiento adecuado.
La retinopatía solar es un problema más grave y duradero que afecta la retina debido a la radiación ultravioleta. Aunque no causa dolor, puede resultar en daños permanentes y la destrucción de células sensibles a la luz en la retina, especialmente si se mira directamente al sol.
Una exposición prolongada sin protección aumenta el riesgo de degeneración macular, deterioro del cristalino y aparición temprana de cataratas.
Cánceres oculares
La radiación solar puede causar molestias en los ojos secos, envejecimiento prematuro de la piel de los párpados y cánceres oculares como el carcinoma basocelular, carcinoma epidermoide o melanoma. Los ojos claros son especialmente sensibles, ya que tienen menos pigmento, al igual que la piel.
El pterigion, conocido como «el ojo del surfista», es otro problema asociado con la exposición solar. Se trata de un crecimiento anormal del tejido conjuntival que puede llegar al centro de la córnea y causar pérdida de visión. Su tratamiento generalmente requiere cirugía si el crecimiento es significativo.
La importancia de las gafas de sol
Más del 60% de la radiación ultravioleta ocurre entre las 10:00 y las 14:00 horas. Para proteger los ojos, es esencial usar gafas de sol homologadas por la Unión Europea, disponibles en ópticas y farmacias. Las gafas no homologadas solo protegen de la radiación visible, no de los rayos ultravioleta, y pueden ser incluso más perjudiciales que no usar gafas, ya que engañan al ojo y permiten la entrada de más radiación.
Las gafas de fantasía, que alteran la calidad cromática y pueden causar confusión en el entorno, como al conducir, también deben evitarse para el uso diario.
Finalmente, Ernesto Marco advierte que las nubes no bloquean los rayos ultravioleta, especialmente en la montaña, donde la protección disminuye un 10% por cada 1.000 metros de altitud, lo que significa que a 4.000 metros estamos un 40% menos protegidos.