El traspaso sacude la MLB en plena temporada y plantea preguntas sobre el futuro de ambas franquicias
Bartolo García
Boston, EE.UU.– En un movimiento que sorprendió al mundo del béisbol, los Boston Red Sox enviaron a su estrella Rafael Devers a los San Francisco Giants a cambio de un paquete de jugadores que incluye a los lanzadores Kyle Harrison, Jordan Hicks, el prospecto James Tibbs y el derecho de ligas menores José Bello.
La noticia estalló el domingo, horas después de que Devers conectara su decimoquinto jonrón de la temporada ante los Yankees. El cambio se produce tras meses de tensiones internas en Boston, donde el dominicano expresó su inconformidad por ser desplazado de la tercera base tras la llegada de Alex Bregman y luego se negó a jugar en la primera base tras la lesión de Triston Casas.
Para los Giants, este movimiento representa un cambio de paradigma. Después de fallar en intentos anteriores por firmar a superestrellas como Bryce Harper, Aaron Judge y Shohei Ohtani, finalmente obtienen un bateador élite para el corazón de su alineación. Devers es su mayor figura ofensiva desde Barry Bonds.
Buster Posey, nuevo alto ejecutivo de San Francisco, se aseguró una pieza clave sin ceder a ninguno de los brazos principales de un cuerpo de lanzadores que actualmente ocupa el tercer lugar en efectividad en la MLB. Además, Devers llega en un gran momento ofensivo, bateando .272/.401/.504 y mostrando una notable mejora en su tasa de bases por bolas.
Claro, el contrato de Devers —diez años y $313.5 millones, vigente hasta 2033— implica cierto riesgo a largo plazo, sobre todo porque ya no juega defensa y será relegado al rol de bateador designado. Sin embargo, su perfil de bateador lo mantiene entre la élite, con comparaciones ofensivas con Beltré, Machado y Arenado.
Desde el punto de vista de Boston, el traspaso parece menos motivado por estrategia deportiva y más por tensiones internas y razones financieras. Al igual que con Mookie Betts en 2020, los Red Sox optan por soltar una estrella antes que negociar una reconciliación o adaptación.
En redes sociales, la reacción de los fanáticos de Boston fue mixta: algunos entienden que era hora de pasar página ante un jugador que ya no estaba en sintonía con el equipo, mientras que otros lamentan perder a uno de los talentos ofensivos más consistentes del club en la última década.
El paquete recibido incluye talento real. Kyle Harrison, zurdo de 22 años, es considerado una futura estrella con potencial de abridor número uno. Jordan Hicks, con su recta de más de 100 mph, refuerza de inmediato el bullpen. James Tibbs es un jardinero con poder emergente y José Bello podría ser una joya oculta si se desarrolla bien en las menores.
Lo que sigue siendo desconcertante para muchos es el patrón de decisiones de Boston en los últimos años. Tras ganar la Serie Mundial en 2018, han actuado más como un equipo en reconstrucción que como un contendiente tradicional, con movimientos inconsistentes y sin una dirección clara.
Para Devers, el cambio significa dejar Fenway Park, donde su poder y estilo encajaban perfectamente con el Monstruo Verde. Oracle Park será un reto diferente, con dimensiones más complicadas para los jonrones, pero sus estadísticas como visitante sugieren que su producción de poder no se verá muy afectada.
San Francisco necesita urgentemente producción ofensiva en la primera base y en el rol de bateador designado. Con Matt Chapman firmemente establecido en tercera, Devers no verá acción defensiva y probablemente compartirá tiempo con Wilmer Flores como DH o en primera base, mejorando de inmediato el OPS de esa posición.
El traspaso no solo cambia el panorama de la Liga Nacional, donde los Giants se posicionan como contendientes serios en el Oeste, sino que también revive el debate sobre la filosofía de gestión de los Red Sox, que nuevamente sacrifican una superestrella por prospectos y control de nómina.
¿Quién gana? A corto plazo, los Giants. Obtienen el bateador que buscaban desde hace años. A largo plazo, dependerá del desarrollo de Harrison y compañía. Lo que es seguro es que Rafael Devers, con 28 años y aún en su prime, acaba de cambiar por completo la narrativa de la temporada 2025.
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