Un porcentaje considerable de pacientes con depresión no responde a los tratamientos convencionales, como la medicación y la psicoterapia. Ante esta realidad, se están explorando nuevas opciones terapéuticas para ayudar a quienes padecen depresión resistente al tratamiento, siendo la estimulación del nervio vago una de las más prometedoras.
La depresión es mucho más que sentirse triste ocasionalmente. Si el desánimo o la desesperanza persisten durante semanas o meses y afectan la vida diaria, es fundamental buscar ayuda profesional. El abordaje del trastorno suele incluir una combinación de psicoterapia, fármacos y cambios en el estilo de vida. Sin embargo, hasta un 30 % de los adultos con depresión mayor no responde a estos tratamientos, lo que se conoce como depresión resistente.
Para estos casos, la ciencia ha centrado su atención en alternativas innovadoras, entre ellas, la estimulación del nervio vago. Un estudio reciente ha demostrado que esta técnica puede reducir significativamente los síntomas en pacientes con depresión grave que no han encontrado alivio con otros métodos.
El papel del nervio vago en la depresión
El nervio vago es crucial para la regulación de múltiples funciones del organismo, como la digestión, la respiración, la frecuencia cardíaca y la respuesta inmune. También influye en el estado de ánimo, lo que ha llevado a los investigadores a evaluar su potencial como tratamiento para la depresión.
Cómo funciona la estimulación del nervio vago
Según un estudio publicado en Brain Stimulation, un ensayo clínico con casi 500 pacientes en EE.UU. reveló que aquellos que recibieron esta terapia mostraron mejoras en sus síntomas depresivos, reflejadas en su calidad de vida y funcionalidad diaria.
El tratamiento consiste en implantar un dispositivo similar a un marcapasos bajo la piel del pecho, con un cable conectado al nervio vago en el cuello. Este aparato emite pulsos eléctricos que estimulan áreas del cerebro vinculadas a la regulación del estado de ánimo. En el estudio, se implantaron dispositivos en todos los participantes, pero solo la mitad fueron activados sin que los pacientes o médicos supieran quiénes recibían la terapia.
Tras un periodo de seguimiento de 12 meses, los resultados mostraron que quienes tenían el dispositivo activado experimentaron una reducción en la duración de los episodios depresivos y una mayor percepción de bienestar, aunque la remisión total de la enfermedad fue poco frecuente.
Este avance abre nuevas perspectivas para el tratamiento de la depresión resistente, ofreciendo una opción adicional para quienes no han encontrado alivio con los métodos tradicionales.