Evitar un estornudo puede generar presión interna con posibles riesgos para la salud. Los expertos recomiendan no reprimirlo, pero sí cubrirlo adecuadamente para evitar la propagación de partículas.
El frío trae consigo los estornudos, una reacción natural del cuerpo ante la irritación de la mucosa nasal. Según Lorenzo Armenteros, portavoz de la SEMG, esta respuesta puede deberse a factores biológicos, químicos, físicos o cambios de temperatura, como pasar de un ambiente cálido a uno frío. El cerebro activa diversos músculos, desde el esófago hasta los esfínteres, para expulsar lo que irrita la nariz. Incluso los ojos participan en este reflejo, lo que hace imposible estornudar con ellos abiertos.
Por su parte, María Varela Patiño, del Grupo de Enfermedades Infecciosas de la SEMG, explica que el estornudo es un reflejo que expulsa aire de forma súbita para proteger las vías respiratorias, evitando que partículas extrañas lleguen a los pulmones.
Riesgos de evitar un estornudo
Intentar frenar un estornudo puede generar una presión retrógrada que afecta la salud de diversas maneras. Según Armenteros, esto podría provocar hiperpresión arterial, cerebral, daños en arreglos dentales o incluso hemorragias oculares. En casos extremos, la presión en el conducto que conecta las fosas nasales con el oído podría dañar o romper el tímpano.
Cómo estornudar correctamente
Aunque es importante no evitar el estornudo, también es fundamental cubrirlo para proteger a los demás. La velocidad del aire expulsado puede alcanzar 150 km/h, esparciendo microorganismos a gran distancia.
La manera adecuada de cubrir un estornudo es usar la parte interna del codo o un pañuelo desechable, que debe ser tirado inmediatamente. También puede cubrirse la boca y nariz con la manga. Esto evita la dispersión de microbios y reduce el riesgo de contagio. Además, si se está enfermo, se debe minimizar el contacto con otras personas y mantener distancia al estornudar o toser.