En los últimos 13 años, las autolesiones se han multiplicado por 56,1, con una tasa de crecimiento de más de un 5.514%. “Son cifras muy preocupantes”, alerta Diana Díaz Álvarez, directora de las líneas de ayuda de la Fundación ANAR, que señala que “hemos pasado de 57 casos atendidos en 2009 a 3.200 en 2021”. En total, el año pasado, ANAR trató a 4.542 menores de edad por ideación suicida, autolesiones o intento de suicidio. Para aprender a gestionar las emociones que conducen a la conducta autolesiva, acudir a terapia es fundamental.
Sentirse solo es uno de los motivos principales que repiten los y las adolescentes en las líneas de ayuda de ANAR. “Hablan mucho del fenómeno de la soledad acompañada, que consiste en sentirse solos en el afrontamiento de situación del día a día. También dicen que han lanzado peticiones de ayuda en su entorno que no se han sabido entender, lo que incide en esa sensación propia de la adolescencia del ‘nadie me comprende’”, explica Díaz Álvarez.
Escucha activa, respuesta rápida y eficaz
La autolesión es a menudo algo privado y oculto, estigmatizado y que puede conducir a lesiones importantes si no se diagnostica y trata a tiempo. Por eso, hay que estar atentos a los síntomas y, si la persona pide ayuda, prestársela sin demora. Mejorar el diagnóstico y tratamiento de la autolesión es clave para dar un apoyo eficaz.
También lo es la escucha activa por parte del entorno. Que los padres y madres busquen ayuda si la detectan. Hablar y escuchar, desde el corazón, es un buen modo de empezar. Pero también es necesario que se garantice el acceso a tratamiento eficaz en la sanidad pública, algo de lo que a las familias se quejan de que no ocurre o sólo en casos muy extremos. Reforzar la salud mental es crucial, como que se activen los protocolos en centros educativos o de trabajo con premura, sin excusas. No hay que olvidar que, en ocasiones, puede desembocar en conducta suicida.
Terapias que funcionan
Desde ANAR dan pautas tanto para quien lo sufre, como para sus familiares ya que «muchas veces te dicen que es muy difícil entrar en el mundo del adolescente. Hay que ser muy sensible ante las señales de riesgo, ante cualquier cambio de ánimo, hablar. Podemos resolverlo, pero también es necesario abrirte a ellos, comunicar y ayudarles a comprender que todas las emociones tienen una función (incluso estar triste) y hay que aprender a gestionarlas. Hay alternativas más sanas y valiosas conseguirlo”, dice Díaz Álvarez.
Sin embargo, a veces la persona es reacia a acudir a consulta, por miedos o vergüenza. Por eso, Rebeca Cáceres Alfonso, doctora en Psicología y psicoterapeuta, cofundadora y directora de Tribeca Psicólogos, nos da una serie de pautas para animar a ir a terapia y nos explica las que mejor funcionan, según cada caso. «Antes de ir a terapia, tienes que saber que tienes que ser muy sincero y contar todo lo que pasa, porque es importante que des toda la información para que te puedan ayudar. También tienes que tener claro que el psicólogo no te juzga, te ayuda», destaca.
Además, reconoce que habrá «sesiones en las que llorarás mucho», pero explica que es importante hacerlo ya que «se está removiendo todo eso que te duele y está saliendo. Dejarlo dentro sólo seguirá dándote síntomas». La terapeuta explica además que «es muy importante que elijas bien al psicólogo al que vas, que sientas que ‘conectas’ con esa persona», aunque aclara que «no es que te caiga genial ni que seáis amigos, pero sí que te sientas cómoda, segura y que te atrevas a contarle lo que te preocupa y te hace estar mal».
Otra pauta importante es «que te explique cómo vais a trabajar y que sientas que avanzas. Ir al psicólogo no es ir a desahogarse, como si vas a tomar un café con una amiga. Ir a terapia es trabajar sobre lo que te pasa, no sólo hablar». Por eso, «igual que a ti el psicólogo no tiene que caerte bien, tú tampoco a él, así que sobre todo sé tú misma. También es importante que le digas desde el principio qué esperas de la terapia y que entre los dos os propongáis conseguir metas realistas», señala.
Además, Rebeca Cáceres Alfonso recuerda que según avance la terapia, sentirás los cambios. «Esto no siempre les gusta a los demás y muchos te dirán que desde que vas a terapia estás peor, aunque en realidad sea todo lo contrario», advierte y recalca que «en terapia, también es normal que te pongan ‘deberes’ al acabar cada sesión. Si los haces, avanzarás. Si hay algo que no te cuadra, no te preocupes, lo hablas en la próxima sesión para ver si es una tarea que no te funciona o que tendrías que haber hecho de otro modo».
Qué terapia buscar, según el caso
Para saber qué tipo de terapia puede ser más conveniente, según cada caso. Rebeca Cáceres Alfonso nos explica las que mejor funcionan y cuándo estarían indicadas.
Terapia dialéctico conductual
«Es un tipo de terapia intensiva y estructurada que ayuda a niños y adolescentes a manejar las emociones fuertes. Combina herramientas de atención plena (ayuda a comprender y a aceptar las emociones y pensamientos) y la terapia cognitivo conductual (ayuda a analizar y modificar los pensamientos y las conductas)».
Cuándo estaría indicada: «En casos de desregulación emocional grave, cuando se es incapaz de controlar emociones intensas que conducen a comportamientos impulsivos, autodestructivos o autolesiones. Especialmente indicada para niños o adolescentes diagnosticados con trastorno límite de personalidad. También ayuda a controlar el estrés y mejorar las relaciones con los demás».
Terapia cognitivo conductual
«Es una de las terapias más utilizadas. Consiste en analizar y transformar los pensamientos y comportamientos problemáticos a pensamientos y acciones más adaptativas en la vida de la persona.
Cuándo estaría indicada: «Para cualquier niño o adolescente que presente pensamientos o conductas autolesivas fundamentalmente si están relacionadas con situaciones que están ocurriendo en el momento presente. Es decir, si pasa a autolesionarse porque no sabe manejar situaciones que le puedan estar ocurriendo como bullying, violencia en la familia, fracaso escolar, rechazo social… También ha mostrado eficacia en la reducción de conductas autolesivas con niños y jóvenes con Trastornos del Espectro Autista (TEA)».
Terapias basadas en la atención plena
«Se centra en que las personas puedan reconocer sus emociones y relacionarse de un modo adecuado con ellas. Ayuda a vivir en el presente y a manejar los pensamientos negativos y regular las emociones».
Cuándo estaría indicada: Para cualquier caso, porque trabajan ampliamente con la mente y el cuerpo y promueven el bienestar general. Sin embargo, estaría especialmente indicada en aquellos casos en los que la persona sufre depresión, ansiedad o tiene episodios depresivos continuados».
La terapia EMDR
«Diferente a psicoterapias clásicas, desde la perspectiva de EMDR los problemas psicológicos se generan en experiencias previas no asimiladas. El nombre de la terapia corresponde a las iniciales en inglés de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (Eye Movement Desensitization and Reprocessing). Consiste en localizar las experiencias clave de la vida de la persona relacionadas con el problema actual. Después, el paciente ha de conectar ese recuerdo con la creencia, las sensaciones y las emociones que se le despiertan. El principal objetivo es ayudar al cerebro a procesar e integrar la información no procesada a través de estimulación bilateral».
Cuándo estaría indicada: Cualquier tipo de problema puede beneficiarse de un tratamiento con EMDR, pero estaría especialmente indicada para personas con Trastorno por estrés postraumático, que han tenido experiencias adversas a lo largo de la vida y para aquellas personas con sintomatología intensa, como ansiedad, impulsividad…».
Terapia Familiar Sistémica
«Trata de analizar y mejorar las relaciones familiares. Se enfoca en revisar el apego de los distintos miembros de la familia y de las relaciones que se establecen entre ellos. También se estudiará la comunicación y las estrategias para la solución de los problemas. Se parte de la idea de que, si uno de los miembros cambia, en realidad cambia el sistema entero».
Cuándo estaría indicada: «Sería complementaria a cualquier otra. Ayuda a evaluar el impacto del caso en la familia, cómo se está ayudando a la persona, qué dificultades encuentran, la comunicación entre ellos, si existe algo a nivel familiar que pueda estar agravando el caso… En definitiva, garantizar que la familia sea un recurso de apoyo para la persona que se autolesiona».
Estrategias de evitación
Aparte de la terapia, que debe de ser imprescindible, en la web de la Sociedad Internacional de la Autolesión ofrecen un montón de de técnicas de distracción y estrategias de evitación. Están pensadas para detener esas crisis y las han realizado con el apoyo de psicólogos y terapeutas y material de entrevistas a personas que han tenido conducta autolesiva y les han contado lo que mejor les funcionaba para evitarla.
Si te sientes enfadado/a: Por ejemplo, aplasta latas de aluminio tan rápido como puedas, golpea un saco de boxeo o usa una almohada para pegarle a la pared, en plan ‘guerra de almohadas’. También puedes optar por hacer tareas que ocupen tu mente, como bailar, hacer ejercicio o salir a caminar super deprisa. O hazte una lista de 10 canciones que te animen. Cualquier cosa que te ayude a canalizar la energía negativa fuera de tu cuerpo.
Si te sientes triste o deprimido/a: Haz cosas que te hagan sentir tranquilidad y mimos, como darte un baño caliente con burbujas o aceites, ponte crema hidratante en las zonas en las que habías pensado hacerte daño, abrazar a tu mascota o a alguien a quien quieras mucho, ponerte a leer con una manta y un chocolate caliente, ve a ver a tu BBF y cuéntale qué te pasa.
Si te sientes vacío/a o con sensación de irrealidad: Interactúa con otras personas, muerde un pimiento picante o un trozo de raíz de jengibre (llévala en el bolso y repite siempre que vengan pensamientos oscuros), date un baño con agua fría, ponte Vicks VapoRub debajo de la nariz o concéntrate en respirar. Todas te ayudan a volver al presente, a sentir tu cuerpo.
Si necesitas concentrarte porque estás disperso/a: Cómete una uva pasa o cualquier trozo de fruta que te guste, es una técnica de mindfulness que te reconecta con el momento presente, lo importante es que lo hagas despacio, sintiendo su textura y sabor y cómo cambian mientras masticas. Piensa un tema que te interese y busca información en internet. Escribe, elige un objeto o situación random y descríbela minuciosamente. Todo ello te ayudará a enfocarte.
Si te sientes culpable: Haz una lista de todas las cosas buenas que se te ocurran sobre ti, para hacerla, piensa en ti como si fueras tu BBF, lee frases inspiradores que ayuden a subir tu autoestima. Haz algo bonito para alguien y se lo llevas. Recuerda cosas que has hecho bien (las hay, muchas). Piensa cómo podrías solucionar eso de lo que te sientes culpable, siempre hay posibilidad de cambiar las cosas.
Si se presentan ideas suicidas: Lo primero, hay que buscar ayuda inmediatamente y recordar que no estás sola. Habla con la persona querida que tengas más cerca. Aunque la conducta suicida es un fenómeno y las autolesiones es otro, ambos pueden estar vinculados. “En ocasiones, es un factor previo a la conducta suicida, porque se aumenta la probabilidad de utilizar procedimientos cada vez más peligrosos hasta un desenlace fatal. Por eso, hay que estar especialmente atentos y ponernos inmediatamente en manos de profesionales para que la persona aprenda el manejo de las emociones”, añade Díaz Álvarez.
La Guía Autoayuda para Personas con Ideación y Conducta Suicida, se puede descargar de forma gratuita. Creada por el ilustrador Matu Santamaría, ofrece también estrategias que parten de su experiencia personal y la ha realizado con la ayuda de profesionales de la salud mental. «La hice porque pasé por un tiempo muy complicado y buscaba herramientas que me ayudaran y todo lo que encontraba era distante, bastante técnico o MUY CARO», explica Santamaría que reconoce que tuvo «recursos muy buenos, y tuve la suerte (y los medios) para contar con profesionales que me ayudaron. Pero al tiempo me di cuenta de que yo era un privilegiado». A través de las redes sociales, se dio cuenta de que había mucha gente con «necesidad de hablar, pero no sabían con quién ni cómo pedir ayuda. Por eso surgió la idea de hacer una guía gratuita y a la que acceder fácilmente».
- Línea de Ayuda de la Fundación ANAR (teléfono y chat para niños, niñas y adolescentes, gratuito, confidencial, 24 horas): 9000 20 20 10.
- El número de teléfono 024, línea de atención para ayudar a personas con conducta suicida del ministerio de Sanidad.
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