Por JUAN T H
La carta de los presidentes dominicanos al Consejo de Seguridad de la ONU constituye un hecho sin precedentes en la historia política del país, sin dudas. Es una muestra de madurez, unidad nacional a pesar de las diferencias que los separan, de estabilidad y gobernabilidad. ¡Un éxito rotundo del presidente Luis Abinader por haber logrado un advenimiento con el liderazgo nacional representado por los expresidentes Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina!
Pero también es una muestra de toma de conciencia del peligro que representa Haití para la República Dominicana, incluso, para los propios haitianos, amenazados permanentemente por la violencia de las bandas criminales que no tienen ningún respeto por la vida de sus conciudadanos; azotados por el hambre y la miseria, con un territorio desértico, sin agua potable, energía eléctrica, viviendas, empleos dignos, etc. Haití es un pueblo fantasma que amenaza, de un modo o de otro, la estabilidad y la gobernanza del país, cuyas instituciones se fortalecen cada vez más, contrario a lo que sucede en el vecino país, que no cuenta con un Estado medianamente sólido, pues todas sus instituciones han colapsado.
Aplaudo al presidente Abinader, valoro positivamente el gesto patriótico de Danilo, Hipólito y Leonel. La democracia sale fortalecida tanto con el encuentro como con la misiva. Nunca pensé que Abinader, Leonel, Hipólito y Danilo se pudieran sentar en la “mesa del dialogo” para abordar, franca y sinceramente, un tema tan importante como la crisis haitiana y sus repercusiones en la República Dominicana. ¡Bravo! Es una muestra de que tanto hemos crecido en la política, tanto que los expresidentes echan a un lado sus genuinas diferencias políticas, partidarias, para afrontar la problemática haitiana.
Y lo digo porque Haití es sin dudas, el principal problema del país. Y el país es de todos, de los que gobiernan y de los gobernados, de Abinader, Hipólito, Leonel y Danilo. Y de los que no simpatizan por ninguno de los tres. Todos somos dominicanos, a todos debe dolernos este pedazo de isla que tanto nos ha costado hacer que crezca y se desarrolle en medio de tantas vicisitudes y desgracias.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tiene en sus manos la respuesta. La República Dominicana, a través de su liderazgo, ha sido clara y categórica exponiendo su posición sobre la problemática haitiana. (La problemática haitiana no tiene solución en el territorio dominicano) A ellos, la comunidad internacional, le corresponde actuar. Está claro que los dominicanos no podemos cargar con la crisis humanitaria de Haití, pueblo al que hemos ayudado más allá de nuestras propias posibilidades en temas como la salud y la educación. Nosotros, el pueblo dominicano, ha sido solidario hasta más no poder, hasta el dolor, a pesar de que seguimos siendo un país pobre, atrasado y subdesarrollado, algo que a veces ignoramos y actuamos como si fuéramos ricos.
Fuimos, es bueno decirlo, el primer país en llegar al territorio haitiano cuando el terremoto que mató a más de 300 mil haitianos. Nosotros hemos sentido el dolor haitiano como si fuera nuestro. Pero no podemos más. La crisis haitiana demanda de la intervención de las Naciones Unidas; Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia, España y demás países desarrollados.
Pienso, a propósito, de la carta de los presidentes a la ONU, que ese gesto bien puede replicarse en otros aspectos de la vida nacional. Ojalá el presidente Abinader, Danilo, Hipólito y Leonel, ya sea en el Consejo Económico y Social (CES), o en cualquier otro lugar, puedan sentarse, para discutir franca y sinceramente, sin demagogia, populismo barato, temas trascendentales la salud donde invertimos menos del 3% del PIB, la educación, un 4%, de los cuales los políticos se llevan una parte entre las uñas, energía, donde la corrupción ha impedido que tengamos un sistema energético fuerte y grande, viviendas, donde tenemos un déficit que ronda el millón de viviendas, etc.
Haití es un problema que debe ser abordado sin odios, sin rencores históricos absurdos, sin xenofobia, pero no es el único problema del pueblo dominicano. Hay otros, muchos otros, que merecen atención y solución. Necesitamos más puentes y carreteras, más presas, grandes y pequeñas, más escuelas y hospitales. Necesitamos más educación y más salud. No sigamos perdiendo el tiempo en odios y rencores, en chismes baratos y pleitos de comadres que no conducen a ningún lado.
Repito algo que muchos hemos dicho en otras ocasiones: Formen distintas comisiones de técnicos y profesionales políticos de diversas áreas. Ustedes, los líderes, pónganse de acuerdo en cuatro o cinco problemas nacionales que nadie, no importa cuál sea el partido gobernante o el presidente de la república de turno, pueda tocar. Temas como la educación, la salud, el sistema eléctrico, seguridad nacional, la corrupción y la justicia. Ese sería el mejor y mayor aporte que le pueden hacer al país el presidente Luis Abinader, junto a los expresidentes Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina.