Al igual que la deshidratación, beber demasiada agua también puede ser perjudicial para la salud. La hiperhidratación, o sobrehidratación, es una condición en la que el cuerpo retiene más agua de la que puede manejar, lo que provoca un desequilibrio en los niveles de sodio y otros electrolitos en la sangre. Esto puede generar síntomas que van desde dolor de cabeza y náuseas en casos leves, hasta convulsiones y coma en los más graves.
Vicente Javier Clemente Suárez, investigador y docente de la Universidad Europea, explica que esto ocurre cuando se consume grandes cantidades de agua en poco tiempo o cuando el cuerpo no puede eliminar el exceso de agua debido a problemas renales u otras condiciones médicas. Además, trastornos hormonales, como el síndrome de secreción inadecuada de hormona antidiurética (SIADH), también pueden causar hiperhidratación.
Cuando el cuerpo recibe demasiada agua, los electrolitos se diluyen, lo que puede generar hiponatremia (bajos niveles de sodio en la sangre). Esto interfiere con las funciones celulares, ya que el sodio es clave para mantener la estabilidad interna de las células. Como resultado, las células se hinchan, y esto puede ser peligroso, especialmente en el cerebro, ya que la hinchazón intracraneal puede aumentar la presión dentro del cráneo, provocando convulsiones o coma.
El exceso de agua también pone estrés en los riñones, que deben trabajar más para eliminar el exceso de líquido. En casos de insuficiencia renal o problemas hormonales, esta capacidad puede verse limitada, lo que agrava la situación.
Síntomas de la hiperhidratación:
- Leves: náuseas, vómitos, dolor de cabeza y fatiga.
- Moderados: confusión, calambres musculares, desorientación e hinchazón en la cara y extremidades.
- Graves: convulsiones, dificultad para respirar, pérdida de conciencia y coma.
Clemente advierte que la hiperhidratación puede ser peligrosa y potencialmente mortal si no se trata a tiempo. Las complicaciones graves, como el edema cerebral, pueden causar daño neurológico irreversible o la muerte. Esto suele ocurrir en casos extremos, como en atletas de resistencia que consumen grandes cantidades de agua sin reponer electrolitos, o en personas con problemas médicos preexistentes.
Prevención de la hiperhidratación:
- Beber agua según las necesidades del cuerpo, teniendo en cuenta factores como la actividad física y el clima.
- Evitar ingerir grandes cantidades de agua en poco tiempo.
- Durante actividades prolongadas, elegir bebidas deportivas con sodio y electrolitos para evitar la hiponatremia.
- En caso de enfermedades renales, cardíacas o desequilibrios hormonales, seguir las recomendaciones médicas sobre la ingesta de líquidos.
Tratamiento:
En casos leves, se recomienda restringir la ingesta de líquidos hasta normalizar los niveles de sodio. Para casos moderados, puede ser necesaria la hospitalización para monitorear los niveles de electrolitos. En situaciones graves, se administran soluciones salinas hipertónicas y diuréticos para eliminar el exceso de agua. Si la hiperhidratación es causada por problemas renales o trastornos hormonales, el tratamiento se enfoca en tratar la causa subyacente. En los casos más extremos, puede ser necesario el apoyo en una unidad de cuidados intensivos.
La clave para manejar la hiperhidratación es actuar rápidamente para restaurar el equilibrio de electrolitos en el cuerpo.