Presidente Abinader y vicepresidenta Peña representaron al país en las honras fúnebres del papa Francisco y en el inicio del pontificado de León XIV
Bartolo García
Vaticano, Ciudad del Vaticano. – El gobierno de la República Dominicana tuvo una participación destacada en dos eventos trascendentales celebrados en la Santa Sede, reafirmando su compromiso con los valores universales de la diplomacia, el diálogo interreligioso y el respeto a la fe católica, profundamente arraigada en la identidad del pueblo dominicano.
Coordinadas por el embajador extraordinario y plenipotenciario ante la Santa Sede, Víctor Suárez Díaz, las delegaciones dominicanas estuvieron presentes tanto en las honras fúnebres del papa Francisco como en la solemne misa de inicio del pontificado de su sucesor, León XIV.
La primera de estas ceremonias fue la despedida del papa Francisco, cuyo legado dejó una huella imborrable en la comunidad católica y en millones de personas más allá de las fronteras de la religión. El presidente Luis Abinader asistió personalmente a este acto solemne, en nombre del pueblo dominicano, para rendir tributo a un líder espiritual que dedicó su vida a la justicia social, la inclusión y la paz.
Durante las honras fúnebres, celebradas en la Plaza de San Pedro, se destacaron los valores de humildad, cercanía con los pobres y compromiso con la unidad que caracterizaron el papado de Francisco. La presencia del presidente Abinader fue vista como un gesto significativo de reconocimiento a estos valores y como una muestra de la sólida relación bilateral entre la República Dominicana y el Estado Vaticano.
En contraste con el tono solemne del funeral, la misa de entronización del papa León XIV marcó un momento de renovación espiritual y esperanza. La vicepresidenta Raquel Peña participó en esta histórica celebración, acompañando a representantes de más de 150 países, líderes eclesiásticos y miembros de casas reales que se congregaron para saludar al nuevo pontífice.
Peña expresó el deseo de que este nuevo papado sea una etapa de paz, unión y fortalecimiento espiritual para la humanidad. Su presencia reiteró el compromiso del gobierno dominicano con el respeto y colaboración mutua con la Iglesia Católica en favor del desarrollo humano y social de los pueblos.
El embajador Víctor Suárez Díaz desempeñó un rol clave en la articulación de las delegaciones oficiales, garantizando una representación a la altura de la relevancia de ambos eventos. Su labor diplomática reafirma la importancia que otorga la República Dominicana al acercamiento con el Vaticano como interlocutor global en temas de derechos humanos, equidad y promoción de valores éticos.
Ambas participaciones fortalecen el perfil del país como un defensor del multilateralismo basado en principios humanistas. La diplomacia religiosa, cada vez más valorada en un mundo atravesado por divisiones, se convierte en un instrumento fundamental para fomentar la paz y el entendimiento entre naciones y culturas.
El gobierno dominicano reconoce que estos espacios también representan oportunidades estratégicas para establecer alianzas en materia educativa, cultural y de cooperación internacional con el Vaticano y sus instituciones.
Al mismo tiempo, la relación cercana con la Santa Sede es un reflejo del papel activo que juega la Iglesia en el desarrollo comunitario en República Dominicana, donde su trabajo abarca áreas clave como la salud, la educación y la defensa de los más vulnerables.
El presidente Abinader y la vicepresidenta Peña, al participar en estos actos, no solo reafirmaron el respeto del Estado dominicano por el catolicismo, sino que también enviaron un mensaje claro de compromiso con los principios de dignidad, solidaridad y justicia social que ambos papas han promovido.
En este contexto, la figura del embajador Suárez Díaz se consolida como un puente entre la espiritualidad y la diplomacia, uniendo el pensamiento estratégico del Estado con los valores universales que representa la Iglesia.
Con la entronización de León XIV y la despedida del papa Francisco, se abre una nueva etapa en las relaciones diplomáticas entre el país y la Santa Sede, marcadas por el respeto mutuo, la colaboración y una visión compartida de un mundo más equitativo.
Así, República Dominicana reafirma su vocación como un país de fe, diálogo y cooperación, en sintonía con los desafíos globales del siglo XXI.