Ayer fue el día nacional del folclore, ese conjunto de tradiciones y costumbres del pueblo que muchas veces se mencionan como en peligro de extinción. Por ello, gente que defiende y estudia estas manifestaciones lucha por su preservación.
Pero en un grupo social todo es folclore, desde la forma en que se viste a la su gastronomía, pasando por la artesanía, religiosidad y ritualidad, expresiones orales, entre muchos otros elementos que conforman la identidad del dominicano.
En el aspecto musical, engloba todos los géneros que, aunque mayor popularidad la ocupen la bachata y el merengue, también se encierran otros como la mangulina, el pri-pri, la sarandunga o los palos, que es el único ritmo que se toca y se baila en todo el territorio nacional, y varios más, conforman los ritmos folclóricos del país.
Por ello, cuando los jóvenes del momento crean y viven su forma particular de expresión, incluida la manera de divertirse o hablar y comunicarse, dejando de lado tradiciones por las que no siente empatía, por una cuestión de edad, se dice que se pueden estar perdiendo costumbres.
“No pienso que esté totalmente perdido, pero sí, se ha estado perdiendo la identidad, y es porque los elementos de otras costumbres, foráneas, son los que están prevaleciendo en la juventud”, considera Kenia García, encargada del Departamento Nacional de Folklore.
Entiende que los padres deben ser los primeros enmostrar a sus hijos lo que somos como nación y que luego esto sea reforzado en la escuela.
García, quien es además la directora del Ballet Folklórico José Castillo, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), añade que no se puede apreciar lo que no se conoce. Una opinión que comparte con la folclorista Xiomarita Pérez, quien dice que lo importante es saber lo que tenemos para poder luego valorarlo. Con 53 años de trabajo en esta área, Pérez critica que no exista una política para que en las escuelas haya asignaturas que enseñen el folclore, algo que contradice García, quien recuerda que se logró hace unos años que se incluyera en el curriculo y que se esté impartiendo en las escuelas. Aunque afirma que tiene algunas reservas con el pensum.
Xiomarita ve que las nuevas expresiones de la juventud pueden llegar a cambiar el formato de lo que es tradición. “La cultura ni se pierde ni se rescata, se recrea, se pone en valor lo de antes, para que lo recuerden los adultos y lo conozcan los jóvenes”, opina.
Pero si estas dos damas tienen estas posturas sobre lo que pasa con las costumbres, su colega, Edis Sánchez “El Gurú”, es más positivo y afirma ser testigo de “un despertar, de un neointerés en las tradiciones por parte de muchas personas, y sobre todo de muchos jóvenes”.
Entiende, sin embargo, que por el hecho de que muchas manifestaciones folclóricas, como bailes y músicas, tengan su origen en el pasado, no resulten atractivas para los de menor edad, es posible que se pierdan otras. “Por falta de adecuada política de valoración, visibilización, y de un concepto de diversidad en el trabajo de la gestión de las tradiciones”, comenta el también percusionista, pedagogo y bailarín.
El trabajo de García, al frente de la entidad que tiene como objetivo la revalorización del folclore dominicano para su mayor conocimiento y fortaleza de la identidad nacional, buscará corregir esos detalles al dar prioridad a los verdaderos protagonistas de los grupos originarios, como los Guloyas del Teatro Cocolo Danzante, de San Pedro de Macorís, o La Cofradía de los Congos del Espíritu Santo de Villa Mella, y otros. “Esas personas, que son los portadores originales no son valorados, y en esta gestión vamos a tratar de que prevalezcan ellos y la investigación”, ha dicho la funcionaria.