Darse una buena ducha no solo es un ritual relajante, también es clave para cuidar la salud de la piel. Pero una pregunta frecuente sigue sin respuesta clara para muchos: ¿es mejor enjabonarse con la mano o con esponja? La dermatóloga Concetta D’Alessandro, del Instituto de Dermatología Integral (IDEI), ofrece algunas claves para resolver esta duda según el tipo de piel y los hábitos de higiene.
La mano, suficiente para el día a día
Según D’Alessandro, en la mayoría de los casos no es necesario usar esponja para eliminar el sudor y la suciedad diaria. “La mano es suficiente para un lavado eficaz, especialmente si nos duchamos todos los días o incluso dos veces por rutina deportiva”, asegura. Además, usar las manos reduce el riesgo de irritación en la barrera protectora de la piel.
El problema con las esponjas: bacterias y moho
Las esponjas, aunque útiles, pueden convertirse en un criadero de bacterias si no se limpian y secan correctamente tras cada uso. “Es fundamental enjuagarlas bien, secarlas al sol o desinfectarlas con vinagre o bicarbonato”, explica la especialista. De no hacerlo, lo ideal es renovarlas cada 3 o 4 semanas, incluso si no se usan a diario.
¿Qué tipo de esponja usar según tu piel?
- Piel sensible o atópica: Se recomiendan esponjas marinas o vegetales, que son más suaves y menos propensas a causar irritaciones.
- Piel normal: Las esponjas sintéticas tipo malla pueden usarse para eliminar células muertas sin dañar la barrera cutánea.
- Piel grasa o seca: Las esponjas tipo guante o cepillo, de fibras sintéticas, ayudan a eliminar el exceso de grasa o acumulación de células secas.
¿Y para la cara?
Para el rostro, la dermatóloga sugiere evitar el uso de esponjas salvo casos puntuales. Una buena limpieza con agua micelar seguida de un tónico suele ser suficiente. Si se opta por una esponja, la más indicada es la de konjac, una planta asiática que, al humedecerse, realiza una limpieza suave y efectiva.
¿Cada cuánto exfoliarse?
La exfoliación ayuda a conseguir una piel más luminosa y suave al eliminar células muertas. D’Alessandro recomienda hacerlo una o dos veces por semana, según el tipo de piel.
El paso final: hidratación
Tras secarse, no olvides aplicar una crema hidratante o emoliente. La piel recién limpia y aún ligeramente húmeda es más receptiva a los activos cosméticos, lo que potencia su efecto.