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El trabajo, herramienta para forjar el líder

Redacción by Redacción
31 mayo, 2025
in Nacionales
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La Ruta que quema y esparce los olores del Tabaco

Miguel Ángel Cid Cid

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Por Miguel Ángel Cid Cid

Templar el acero: el hierro se mete en la fragua a calentar hasta que cristalice, que se ponga al rojo vivo.  Luego se enfría zambullido en aceite y en ceniza. Simple pero eficiente. Cómo hacer para templar el líder.

La analogía del temple del acero con la del líder corresponde a Nikolái Alekséievich Ostrovski (1904-1936). Fue un escritor soviético, adscrito a la corriente del realismo socialista. La comparación quedó inmortalizada en el libro “Así se templó el acero”, donde narra su infancia y su participación en la revolución bolchevique.

Jossif Vissariónovich Dzhugashvili, llamado Joseph Stalin (1879-1953) sucesor de Lenin en el gobierno de la URSS en 1929. Luego de Nikolái Ostrovski, Stalin se hizo llamar el líder de acero.

Pero el fuego, el calor, sobre todo el calor humano han sido históricamente el recurso perfecto para forjar el carácter de líder. Ejemplos: Moisés en el desierto y la zarza ardiente, Siddharta Gautama, Buda pasó de la opulencia a mezclarse con los pobres, el Rey David cabalgando con los ejércitos de Saúl a quien sucedió en el trono, etc.

Quiere decir lo anterior que, el fuego y el sudor son los elementos purificadores de los procesos de construcción social.

Los ciudadanos, en consecuencia, son el carbón que arde cuando las crisis sociopolíticas los azotan. El trabajo de guiar a los ciudadanos en la resolución de estos conflictos es tarea del líder. Y ese trabajo no se realiza en aire acondicionado, se hace sintiendo el fuego de la gente aglomerada en masas organizadas.

Para librar esas luchas, por derivación, los sectores sociales crean asociaciones campesinas y gremiales, sindicatos, partidos políticos y grupos religiosos. Esas agrupaciones son como la fragua donde el líder debe meterse para templar su carácter. Un trabajo sin tregua.

Una masa amorfa y por lo tanto acéfala, debería construirse —poco a poco— una cabeza que vaya modelando sus formas estructurales. Un guía para pautar las decisiones coherentes con los objetivos institucionales.

Este tipo de líder constructor de libertades camina a la par con sus seguidores. Para ir construyendo entre todos los senderos que habrán de llevar al triunfo definitivo. En ese andar se mantiene atento paso a paso. Aprovecha cada oportunidad para poner su experiencia al servicio de la organización.

El trabajo que realice el líder no es un trabajo cualquiera. Él debería cumplir sus tareas cotidianas basado en los métodos del trabajo en equipo.  Porque las labores de un líder tienen que orientarse hacia la motivación de sus seguidores para integrarlos a la misma dinámica.

O sea, la principal tarea del líder consiste en mantener a los miembros de su equipo animados en hacer cumplir los objetivos de la organización. Por esa razón el líder debe ser el primero en comenzar su labor en beneficio del grupo, pero también debe ser el último en sentarse a descansar.

Ser el primero en comenzar y el último en descansar es la manera idónea de predicar con el ejemplo.

El líder debe cultivar la creatividad, de manera que pueda crear argumentos novedosos que motiven la pasión del equipo por el trabajo.  Que implemente métodos que garanticen el respeto entre los miembros de la organización.

Guiar una agrupación requiere de inteligencia y coherencia. Exige la construcción de herramientas que expresen valores como la solidaridad, la inclusión y la colaboración entre la cúpula y las bases que componen el grupo.  Para que la solución de los conflictos internos, sean propios o colectivos, se resuelvan entre todos.

La confianza del colectivo hacia el líder de la asociación o partido político se va fraguando al calor de los elementos señalados arriba. La confianza se moldea en el fogón que distribuye dosis de calor con equidad entre el líder y sus seguidores.

En suma, para templar el líder, contrario al acero, el fogón que lo calienta es la sociedad. Es decir, debe mezclarse con la gente. Hasta que se cristalice.  Y la misma gente —ni aceite ni ceniza— lo enfriará. Igual de simple, igual de eficiente.

Miguel Ángel Cid

[email protected] Twitter: @miguelcid1

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