El nuevo pontífice aboga por una Iglesia unida y un mundo que supere el miedo al diferente
Ciudad del Vaticano.– En una emotiva y solemne ceremonia celebrada este domingo en la plaza de San Pedro, el papa León XIV fue oficialmente investido como nuevo sumo pontífice de la Iglesia católica. En su mensaje inaugural, hizo un firme llamado a la reconciliación dentro de la Iglesia y en el mundo, subrayando la urgencia de vencer “los prejuicios y el miedo al diferente”.
El pontífice, en una clara señal de apertura, aseguró que no será “un líder solitario” y prometió guiar con humildad y colegialidad. “La misión que hoy asumo no se puede llevar a cabo en soledad”, dijo León XIV, en un guiño a la sinodalidad promovida por su predecesor. Pidió construir una Iglesia que dialogue, escuche y camine con todos.
Durante la ceremonia, los cardenales Luis Antonio Tagle y Mario Zenari colocaron sobre sus hombros los dos símbolos más importantes del poder pontificio: el palio y el anillo del pescador, que marcan la continuidad histórica del papado desde los tiempos de San Pedro.
El palio, una estola blanca confeccionada con lana de corderos bendecidos, simboliza la carga pastoral del papa y su responsabilidad como pastor universal. Fue el primero de los elementos litúrgicos en ser entregado al nuevo pontífice, que recibió el gesto con visiblemente profunda emoción.
Acto seguido, le fue colocado el anillo del pescador, una sortija de oro que lleva grabada la imagen de la barca de San Pedro, junto al nombre ‘Leo XIV’. Este anillo representa el vínculo del papa con el primer pontífice y su rol como guía espiritual de la Iglesia universal. En la tradición, el anillo es destruido tras la muerte del papa como señal del fin de su ministerio.
En su homilía, el nuevo papa no esquivó temas de actualidad. Criticó con firmeza el “paradigma económico que explota los recursos de la Tierra y margina a los más pobres” y llamó a una conversión ecológica y social. “No puede haber paz donde hay desigualdad extrema”, afirmó ante miles de fieles y representantes diplomáticos.
León XIV también se refirió al conflicto y la división global, destacando que “el odio y el nacionalismo excluyente están ganando terreno en demasiados lugares del mundo”. Invitó a construir puentes, “porque donde hay diálogo, nace la esperanza”.
En el contexto geopolítico, se informó que el cardenal Christophe Pierre, como enviado especial del papa, sostuvo una reunión con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, para conversar sobre caminos de paz y asistencia humanitaria. Aunque León XIV no mencionó directamente la guerra en Ucrania, su mensaje de unidad y reconciliación fue interpretado como una clara alusión al conflicto.
Otra nota relevante de la jornada fue la mención simbólica de la tiara papal, elemento que por siglos representó el poder supremo del pontífice, pero que fue dejado de usar desde 1963. León XIV reiteró su compromiso con una Iglesia humilde y al servicio, alejada de signos de poder terrenal.
“El Papa no reina desde un trono, sino que camina con su pueblo”, dijo en uno de los pasajes más aplaudidos de su mensaje, subrayando su visión de un papado pastoral y cercano.
La entronización de León XIV marca el inicio de una nueva etapa para el Vaticano, con un pontífice que combina el apego a la tradición con un claro compromiso por la justicia social, el diálogo interreligioso y el cuidado de la casa común.
Miles de peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro ovacionaron al nuevo papa al finalizar la ceremonia. Desde el balcón central de la basílica, León XIV impartió su primera bendición “Urbi et Orbi”, en la que pidió por los pobres, los enfermos, los migrantes y todos los que sufren.
Con una mirada serena y una voz firme, el papa León XIV concluyó: “Somos una sola familia humana, herida, pero no derrotada. El amor de Cristo nos une y nos lanza a sanar las heridas del mundo”.