La actriz reflexiona sobre la edad, el envejecimiento y el valor de aceptarse tal como se es.
Durante su participación en la cumbre TIME100, celebrada este miércoles en Nueva York, la reconocida actriz estadounidense Demi Moore, de 62 años, ofreció una mirada honesta y profunda sobre el envejecimiento y la autoaceptación. En el evento, que reúne a las personas más influyentes del mundo según la revista Time, Moore habló desde un lugar de madurez y plenitud personal.
La protagonista de la reciente película Sustancia —una crítica directa a los estándares de belleza— dejó claro que no cambiaría su presente por volver al pasado: “No volvería a mis 21 años ni aunque me pagaran. Por bien que pueda sonar, aquello era una tortura”, confesó.
Moore aseguró sentirse actualmente en un “espacio pacífico de aceptación y libertad”, una etapa de su vida que aprecia profundamente y que, según ella, está muy lejos del caos y la presión que vivió en su juventud.
Durante su intervención, también reflexionó sobre la diferencia entre envejecer y simplemente cumplir años. “Cumplir años y hacerse vieja no son lo mismo”, señaló. “Cumplir años es un regalo tremendo”, añadió, desafiando las narrativas tradicionales que asocian la edad con decadencia o pérdida de valor.
La actriz también abordó el temor social al paso del tiempo. A su juicio, este miedo suele estar relacionado con la pérdida y la sensación de final. Sin embargo, ofrece una visión distinta: “En lugar de terminar, evolucionamos, y eso es parte de la vida”.
Con sus palabras, Demi Moore no solo reivindica la belleza de la madurez, sino que invita a repensar la relación que tenemos con el tiempo y con nosotros mismos.
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