El día que Daniel Radcliffe fue elegido entre miles de niños para interpretar a Harry Potter en el cine no podía imaginar hasta qué punto iba a cambiar su vida. Para empezar, que a cambio de pasarse una década rodando todos los capítulos de la saga no solo iba a convertirse en una de las personas más famosas del planeta, sino también en el joven menor de 18 años más rico de todo Reino Unido.
Claro que a cambio de eso tuvo que aprender dos duras lecciones: que la infancia que no disfrutó nunca la recuperará; y sobre todo, que para evadirse de los problemas la solución nunca es el alcohol. Porque sí, puede que mientras fuera Harry Potter el joven Radcliffe tuviera el mundo a sus pies. Pero sus problemas de adicción a la bebida estuvieron a punto de arruinar su prometedor futuro.
Así lo acaba de confesar por primera vez el actor en una larga entrevista que ha concedido a Sam Jones, presentador de un famoso programa especializado en conversaciones con profesionales del cine en el que Radcliffe ha decidido abrir su corazón.
“Creo que todo el mundo es consciente de que en mi adolescencia tuve que luchar contra un sentimiento que, posiblemente estaba solo en mi cabeza, me hacía sentirme constantemente vigilado cada vez que entraba en un bar”, confiesa Radcliffe.
“En mi caso, la forma más rápida que tenía de olvidar que todo el mundo me estaba mirando era emborracharme lo más rápido posible. Pero claro, cuanto más perdía la cabeza más me miraba la gente, y yo entonces bebía todavía más para ignorarles”, afirma.
“Creo que todo venía porque pensaba que tenía que estar todo el rato agradecido por ser quien soy: tenía un gran trabajo, era rico… ¿Con qué derecho iba a quejarme? Era una presión muy fuerte, porque tenía todo para ser feliz, pero sin embargo no podía dejar de sentirme triste y pensar que no estaba dando la talla como famoso”, asegura.
Por suerte para Daniel, todavía conservaba a su lado un grupo de personas que se preocuparon por él y le dieron un toque de atención para que dejara este camino a la perdición.
“He sido increíblemente afortunado de conocer a gente, algunos actores y otros no, que han estado a mi lado en los momentos más duros. Son amigos claves en mi vida que me dieron los mejores consejos y se preocuparon por mí cuando peor estaba. Eso sí, dejar el alcohol al final fue exclusivamente una decisión mía. Una mañana me levanté sintiéndome fatal y me dije: tío, esto que estás haciendo no está bien”.
Y menos mal que lo hizo. De no haber sido así, es posible que hoy estuviéramos hablando de él como ahora lo hacemos de Macaulay Culkin y demás estrellas infantiles que no supieron lidiar con su fama: con una curiosa mezcla de pena y nostalgia.
Fuente: revistavanityfair.es