Terminar una relación sentimental, especialmente si fue larga o intensa, puede dejar una profunda huella emocional que afecta distintas áreas de la vida, incluida la sexual. Volver a tener intimidad con otra persona tras una ruptura suele despertar inseguridades, dudas e incluso sentimientos de culpa o ansiedad. Pero, ¿cómo abordar este proceso de forma saludable?
Según la psicóloga Patricia Rosillo, del centro El Prado Psicólogos en Madrid, estos sentimientos son parte natural del duelo emocional: “Es normal que disminuya el deseo sexual, que aparezcan miedos o tristeza. Es una señal de que nuestro cuerpo y mente aún están procesando la despedida”, explica.
Volver a la intimidad: del confort a lo desconocido
Durante una relación duradera, muchas personas desarrollan una rutina sexual marcada por la confianza y la seguridad. Sin embargo, al iniciar una nueva etapa, es común preguntarse: ¿Le gustaré a esta persona? ¿Estaré a la altura? ¿Me sentiré deseado o deseada?
La psicóloga y sexóloga Lara Castro, directora de Placer ConSentido y coordinadora del Grupo de Trabajo de Sexualidad y Pareja del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, sostiene que este cambio de contexto puede intensificar la autocrítica, el miedo al rechazo e incluso sentimientos de culpa por “haber pasado página” demasiado pronto.
“Estas emociones pueden generar ansiedad que se traduce en síntomas físicos como dificultades para lograr una erección o alcanzar el orgasmo”, señala Castro, quien recalca que estos bloqueos surgen cuando la atención se centra exclusivamente en complacer al otro, dejando de lado el propio bienestar emocional.
Escuchar, compartir y sanar antes de volver a empezar
Ambas especialistas coinciden en que cada persona debe respetar su proceso de recuperación. “Hay que cerrar la herida sin rencores, agradecer lo vivido y perdonarnos a nosotros y a la expareja”, sugiere Rosillo. El camino hacia una nueva vida íntima debe construirse desde la honestidad emocional y la autocompasión.
Para manejar mejor este tránsito, Castro recomienda observar las propias emociones, hablar con la nueva pareja —aunque se trate de una relación casual— y establecer un entorno cómodo y respetuoso. “Escucharse a uno mismo, respetar los propios ritmos y comunicar lo que se desea (o no) es fundamental”, apunta.
Cuando el sexo se convierte en una vía de escape
En el otro extremo del espectro, algunas personas recurren al sexo inmediato tras una ruptura como forma de llenar el vacío emocional. “Es una estrategia para evitar el dolor del duelo, una manera de huir de la soledad y del malestar interior”, explica Castro.
Rosillo, por su parte, señala que este comportamiento puede esconder una búsqueda compulsiva de placer o contacto físico para evitar enfrentar las emociones profundas. “Hay personas que necesitan actividad constante para no conectar con el vacío. Pero cuando el sexo frecuente trae insatisfacción o impide establecer vínculos emocionales, es necesario reflexionar sobre ello”, afirma.
¿Cuándo pedir ayuda?
Si después de varios meses la angustia al retomar la vida sexual persiste, o si las inseguridades interfieren de manera significativa en la vida íntima, lo recomendable es acudir a terapia. “Cuando el malestar dura más de seis meses, es momento de buscar acompañamiento profesional”, sugiere Rosillo.
Ambas psicólogas concluyen que superar una ruptura es un proceso que debe vivirse sin prisa, atendiendo a la autoestima, validando las emociones y preparándose para reabrir el corazón —y el cuerpo— con autenticidad y seguridad.