Caminar más despacio puede ser un indicador de posibles problemas de salud, según la ciencia. Diversos estudios muestran que la velocidad de la marcha y los cambios en esta pueden proporcionar valiosa información sobre las enfermedades que una persona podría desarrollar a mediano y largo plazo.
La manera de caminar también se relaciona con aspectos psicológicos como el estrés, la inseguridad o la tranquilidad. Sin embargo, investigaciones más recientes, respaldadas por disciplinas como la geriatría, neurología y cardiología, han centrado su atención en la relación entre la velocidad al caminar y el estado de salud físico.
A medida que envejecemos, algunos mantienen un ritmo constante al caminar, mientras que otros experimentan una notable reducción en su velocidad. Esto puede ser un indicador de diversas condiciones, como un mayor riesgo de desarrollar demencia, problemas motores, enfermedades cardiovasculares o incluso una mayor probabilidad de muerte prematura.
Velocidad de la marcha y fragilidad
La velocidad al caminar, medida de forma sencilla con un cronómetro y marcas en el suelo, es una herramienta útil para los profesionales de la salud. Según la Revista Española de Geriatría y Gerontología, esta medida es un potente marcador para predecir caídas, discapacidad y mortalidad. Además, puede identificar fragilidad en las personas mayores y servir como base para intervenciones que mejoren su condición, como programas de ejercicio físico adaptados.
Indicadores de salud en adultos jóvenes
Incluso en adultos jóvenes, caminar lentamente puede ser un signo de problemas. Por ejemplo, en personas que han sufrido un ictus, la velocidad de la marcha es un factor clave para predecir su capacidad de volver al trabajo, según un estudio publicado en Stroke. Los autores recomiendan utilizar esta medida como un indicador clínico para guiar la rehabilitación.
Demencia y función cognitiva
Un análisis de personas mayores de 50 años encontró que una caminata más lenta, especialmente con una reducción progresiva de velocidad, está asociada con un mayor riesgo de demencia, incluso sin deterioro cognitivo evidente. Esto sugiere la necesidad de más investigación para comprender los mecanismos detrás de esta conexión.
Riesgo cardiovascular
La velocidad al caminar también se relaciona con la salud cardiovascular. Estudios han demostrado que caminar más lento puede indicar un mayor riesgo de enfermedades cardíacas y vasculares. En personas con hipertensión y problemas cardíacos, la velocidad de la marcha puede predecir la necesidad de hospitalización futura debido al empeoramiento de su condición.
Caminar y mortalidad
La evidencia también respalda la relación entre caminar más despacio y una mayor probabilidad de muerte prematura. Una revisión reciente publicada en el Journal of Sports Science concluyó que por cada incremento de 0,1 metros por segundo en la velocidad al caminar, el riesgo de mortalidad disminuye en un 6%.
En resumen, prestar atención a la velocidad al caminar puede ofrecer una perspectiva valiosa sobre la salud actual y futura de una persona, convirtiéndola en una herramienta sencilla pero poderosa para el monitoreo clínico y la prevención de enfermedades.