Por Bartolo García
Santo Domingo, RD. – El presidente Luis Abinader promulgará este domingo una histórica reforma constitucional que busca erradicar el continuismo presidencial en República Dominicana, poniendo fin a una era marcada por la ambición desmedida de mandatarios que violentaron la Constitución en beneficio propio o de su grupo político.
A lo largo de la historia, figuras como Pedro Santana, Ulises Heureaux (Lilís), Rafael Leónidas Trujillo y Leonel Fernández han sido señaladas por sus intentos de perpetuarse en el poder, impulsando gobiernos caracterizados por la corrupción, crímenes, impunidad y el irrespeto a las instituciones democráticas. Estos líderes, movidos por la ambición personal, alteraron el curso democrático del país, alimentando ciclos de reeleccionismo continuista.
Con la promulgación de esta reforma, Abinader pondrá «un candado definitivo» a la Constitución, cerrando cualquier vía para que futuros presidentes puedan modificarla en beneficio personal. Este acto busca garantizar la estabilidad democrática y evitar que República Dominicana vuelva a vivir los capítulos oscuros del continuismo, según declaraciones oficiales.
La reforma será una barrera legal que asegura que ningún mandatario, bajo ninguna circunstancia, pueda repetir los excesos del pasado, blindando el sistema político de ambiciones desmedidas y fortaleciendo las instituciones del país.
Este cambio constitucional representa una de las reformas más significativas en la historia política dominicana, ya que no solo busca proteger la democracia, sino también restaurar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones. Con esta medida, Abinader se consolida como un líder comprometido con el fortalecimiento del Estado de derecho y el respeto a la Constitución, enviando un mensaje claro de que el poder debe estar al servicio del pueblo y no de intereses personales o partidistas. La promulgación de la reforma marca un antes y un después en la política dominicana, siendo un paso hacia un futuro donde el mandato presidencial esté limitado por la ley, y no por la voluntad de quienes ocupan la silla presidencial.
