El kéfir es un probiótico que favorece la salud intestinal y facilita la digestión de los productos lácteos. Sin embargo, debe consumirse con moderación para evitar problemas gastrointestinales.
Desde su popularización hace unos años, los yogures de kéfir se han convertido en un símbolo de bienestar, encontrándose en muchos refrigeradores. Aunque su uso es más común ahora, aún se siguen destacando sus beneficios. Como producto lácteo, es altamente recomendado por los expertos, siempre que se consuma en la cantidad adecuada.
El kéfir, originario de la región del Cáucaso, se elabora fermentando leche, agua o té con un hongo que se asemeja a la coliflor. El tipo más común es el kéfir de leche, donde el hongo fermenta la leche fresca, ya sea de cabra o de vaca.
Beatriz Robles, dietista y nutricionista, aclara que el kéfir se diferencia de otras leches fermentadas, como el yogur, por el tipo de microorganismos que lo fermentan. Entre las levaduras presentes, algunas son similares a las utilizadas en la fermentación de la cerveza. Este proceso genera una bebida lácteo-alcohólica, ligeramente ácida y espesa, con un contenido de alcohol alrededor del 0,1%.
Nutricionalmente, el kéfir es notable por su alto contenido de proteínas de calidad y su biodisponibilidad de calcio, lo que significa que se absorbe eficazmente. Además, dado que los microorganismos del kéfir consumen lactosa durante la fermentación, el contenido de este azúcar es bajo, lo que lo hace adecuado para algunas personas con intolerancia a la lactosa, aunque esto puede variar según la sensibilidad individual.
El kéfir es una excelente fuente de probióticos, que promueven una microbiota intestinal saludable y facilitan la digestión de los lácteos.
Según la Fundación Española de la Nutrición (FEN), se recomienda consumir de dos a cuatro raciones diarias de productos lácteos, dependiendo de la edad y las necesidades fisiológicas. Los niños deberían tomar tres raciones diarias, los adolescentes cuatro, y los adultos de dos a tres. Las mujeres embarazadas y las personas mayores deberían consumir entre tres y cuatro raciones diarias.
Es importante consumir kéfir con moderación para evitar posibles efectos secundarios gastrointestinales como diarrea, hinchazón abdominal o vómitos. También es crucial evitar su consumo si se nota algún cambio en olor, sabor o textura.
Otros beneficios del kéfir incluyen:
- Regeneración parcial de la flora intestinal, ayudando con la digestión y el estreñimiento.
- Potenciación de la regeneración de la mucosa estomacal, lo que puede beneficiar en el tratamiento de enfermedades inflamatorias intestinales.
- Reducción de los síntomas de eccemas.
- Propiedades antifúngicas y antibióticas.
- Protección contra microorganismos patógenos.
- Mejora de la digestión de la lactosa, reduciendo intolerancias alimentarias y trastornos intestinales.
- Refuerzo del sistema inmunológico.
- Apoyo en el tratamiento de la anemia leve.
- Potencial reducción del colesterol y regulación de la presión arterial.