El mundo de los trasplantes vive una etapa de madurez, pero todavía enfrenta importantes desafíos. Aunque España se mantiene como líder mundial en donación de órganos por 33 años consecutivos, la demanda supera a la oferta. Solo en 2024, se realizaron 6,464 trasplantes, un nuevo récord impulsado por la solidaridad de más de 2,500 donantes fallecidos y 404 donantes vivos. Sin embargo, la necesidad de órganos sigue siendo superior a las posibilidades actuales del sistema.
Para resolver este desequilibrio, la investigación médica explora nuevas estrategias que no solo aumenten la disponibilidad de órganos, sino que también mejoren su durabilidad y reduzcan el riesgo de rechazo por parte del sistema inmunológico del receptor. Actualmente, los pacientes deben tomar inmunosupresores de por vida, lo que implica riesgos adicionales como infecciones, cáncer o enfermedades cardiovasculares. Investigadores como Oriol Bestard, del Hospital Universitario Vall d’Hebron, trabajan en el desarrollo de medicamentos más eficaces y seguros.
Nuevas fronteras en la ciencia del trasplante
Xenotrasplantes
Una de las líneas de investigación más avanzadas es el uso de órganos animales, especialmente de cerdo, para trasplantes humanos. Estos órganos son modificados genéticamente para hacerlos compatibles con el cuerpo humano, y ya se han comenzado a utilizar en contextos clínicos, lo que abre un camino prometedor para aliviar la escasez.
Impresión 3D de órganos
Otra opción futurista es la impresión de órganos en 3D. Aunque esta tecnología aún está en fase inicial, se han logrado avances en la creación de estructuras celulares tridimensionales (organoides) a partir de biomateriales y diferentes tipos de células. Actualmente, solo se generan órganos en miniatura, pero el objetivo es poder escalar este proceso para producir órganos funcionales de tamaño completo.
Órganos humanos generados en animales
Una estrategia aún más innovadora es la generación de órganos humanos dentro de animales, usando células madre humanas inyectadas en embriones genéticamente modificados. Esta técnica, conocida como complementación de blastocisto, busca crear animales que no puedan formar ciertos órganos por sí solos, permitiendo que sean las células humanas las que los desarrollen en su lugar. Según Xabier Aranguren López, del CIMA de la Universidad de Navarra, los primeros estudios se han hecho en ratones y ratas, y aunque la integración celular es baja, se espera que en 5 a 10 años esta tecnología dé frutos reales.
A medida que la ciencia avanza, el panorama de los trasplantes se transforma. Lo que hasta hace poco parecía ciencia ficción —como órganos impresos o desarrollados en animales— está cada vez más cerca de convertirse en realidad. El objetivo es claro: salvar más vidas y mejorar la calidad de los trasplantes, combinando la solidaridad humana con la vanguardia tecnológica.